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Federico y la tortuga

  Federico pasó por una casa de mascotas y vio en la vidriera a una tortuga. Notó que la tortuga lo saludaba. Levantaba la patita de adelante y la bajaba y la subía. Como Federico estaba confundido se señaló preguntándole a la tortuga si era a él a quien iba ese ademán de patita y la tortuga le demostró que sí apuntándole la misma patita delantera por unos segundos. Lo señalaba. Era indiscutible para Federico que había tenido un diálogo con la tortuga y se sintió responsable de esa vida ¿Qué le podía pasar al animal si caía en manos de otra persona sin su sensibilidad? Federico entró al local. Federico:- Quiero comprar la tortuga que está en la vidriera, ¿cuánto cuesta? Dueño del local (porque era un local atendido por su dueño):- 639,50$ Federico tenía solamente 639$. Le faltaban cincuenta centavos. Martín (porque el dueño del local se llamaba Martín):- Está bien… te dejo que te lleves la tortuga, perooo… tenés que venir en otro momento a dejarme los cincuenta centavos q...

Sobre este asundo de mis pedos

  Tengo pedos, tengo muchos pedos, hace unos meses que no dejo de tirarme pedos. Me dicen que deje la cerveza y la dejo por unos días y es verdad, los pedos por un tiempo se van.   Pero yo antes no estaba así. No tenía una acidez en el estómago, un ardor asesino desde la panza hasta el oído derecho, tres veces cada diez minutos, durante una hora o dos, no aguantaba eruptos mientras hablaba, no, era otro.   ¿Cuándo vino esta panza? ¿Esta papada? Tengo pedos a un nivel fuera de lo común.   No hace tanto estaba yendo en el colectivo, junto a una señora mayor, y cuando me estaba acomodando largué dos, ruidosos, con olor tan fuerte, el ruido y el olor ¡que superó al sonido del tránsito,  que superó el smog! Tengo muchos pedos, un montón.   Si alguien pregunta quién se tiró un pedo tengo que decir que yo porque todo el tiempo me largo pedos.   Y no entiendo ¿Por qué le caigo bien a alguna persona? ¿Quién querría estar cerca de alguien como yo? Yo no   L...

Federico, indomable (Extracción de mi novela "Sí señor")

Caminar por las calles de Villa Crespo era para mí el paraíso, mi evasión más grande fue y es caminar, volver a mi casa era un poco volver a la trinchera, donde los bombardeos eran más fuertes, y donde recibía la mayoría de mis heridas de guerra. Estoy hablando de momentos que pasé entre los seis y los once años, donde mi vida como hijo se me hace más real, nadie me tiene que terminar de contar la imagen que guardo en mi cabeza, cada parte de mi historia, a partir de esa edad, que está guardada en mí, tiene la consistencia de una mente consiente, que razona, que tiene juicio, a pesar de la desesperación de saberme completamente sometido al mundo de los adultos, yo, en la primaria, en el infierno de guardapolvos, borradores y tizas, en ese mundo de blanco sobre negro, de vacío existencial, no me lo tienen que contar, puedo hablar y puedo contar, como cuento los dedos de la mano, como contaba el número de calles que caminaba, sumando metros hasta llegar a kilómetros, diez cuadras un ki...

Muerte de Leila Lorenzo (Extracción de mi libro Soy todo ojos mirando) 2003

Una noche Leila Lorenzo me vino a buscar a la plaza. Leila se había ofendido conmigo hacía unos dos años porque le había roto por accidente la foto de su gran amor, el fallecido Marcos Mora. Leila era una romántica Leila cantaba a todas las criaturas de la noche solamente con su llegada, y yo con felicidad paraba de trabajar para recibir como se debía a una reina, con una cerveza bien helada. Desde hacía un tiempo yo había vuelto a beber, y sorprendido noté que ya no era el borracho de antes, me aburría la idea de beber la interminable cantidad de alcohol las borracheras que se repetían ya no me interesaban para nada, algo adentro mío había cambiado por alguna razón. Pero una cerveza, o dos cervezas con una vieja amiga no se podían negar, la borrachera alegre es siempre bienvenida, y la alegría de volver a ver a Leila era grande. A Leila la traía en la silla de ruedas un chongo desde su casa, Leila no tenía piernas y pesaba alrededor de 150 kilos esa noche en Palermo. Leila estaba a pu...

Cuando aulló Bloqui

  Me gustan las rutinas, me ayudan a vivir. Puedo tener mil charlas, sobre un montón de temas, pasar el rato de distintas maneras con distintas personas, pero de lo que me acuerdo, lo que me marca, son las cosas cotidianas. Saqué a pasear a Bloqui durante casi diez años, le di de comer y pasamos bocha de situaciones. Bloqui y yo fuimos pobres en estos años, vivimos en un departamento muy muy chiquito, con poca luz, en Chacarita, el departamento de Claudia. Bloqui era ansioso, le gustaba bailar con quien bailara cerca, no soportaba que no le prestaran atención, y siempre estuvo rodeado de gente. ¿Qué es el amor? Bloqui se llevaba muy mal con el resto de su especie, no podía con su ansiedad, así que era un peligro que saliera sin correa, creo que fue, la que tuve con él, mi más grande frustración. En una época corta lo sacaba a la madrugada a la plaza Mafalda, en un horario sin perros ni autos para que pudiera correr. Después tuve cada vez más trabajo de noche y eso se hizo imposible...

El vuelo de Carlos

Era hora de salir al recreo, pero Carlos se negaba a salir. La maestra le explicaba que tenía que hacerlo, que el aula tenía que quedar vacía, pero Carlos no quería. Entonces la maestra lo llevó a dirección. En dirección la maestra, la directora y Carlos charlaron… Directora:- Alumno ¿Por qué está usted acá? Carlos:- Yo no soy alumno, yo soy Carlos. Directora:- ¿Y si no es alumno, por qué está usted acá? Carlos:- No lo sé, quizás debería irme. Directora:- ¿Irse adónde, a lo de sus padres? Carlos:- Mi papá y mi mamá viven conmigo, en mi casa. Directora:- No sea insolente. Carlos:- Yo no soy insolente. Usted dice que mi casa no es mi casa. Directora:- Yo no dije eso. Carlos:- Sí dijo eso. Directora:- ¿Alumno por qué está usted acá? Carlos:- No lo sé, ¿por qué está usted acá? Directora:- ¡Porque soy la directora! Carlos:- ¡Yo no soy la directora! Directora ¡Claro que no lo es! ¡Yo soy la directora! Carlos:- ¡Y yo no soy la directora! Directora:- ¡Y cómo v...

La ciudad de los tres soles

  "En una ciudad muy chiquita, una mañana, en el cielo aparecieron tres soles en vez de uno. Un sol era dorado, otro era rojo y otro era negro. Algunas personas de la ciudad se pusieron muy felices, brindaron y bailaron y rieron. Otras en cambio no dijeron nada, pero lloraron en silencio, como si hubieran perdido a un ser querido, o como si el alma existiera y les doliera un montón. Otra gente decidió enojarse, como se enojaban todos los días, con las personas que tenían cerca, con los parientes lejanos, y también, como si realmente existiera algo tan ridículo, se enojaron con Dios. El tiempo pasó y la ciudad se dividió en tres. En una parte de la ciudad el día era lindo y luminoso todo el tiempo, brotaban hojas y flores y la gente la pasaba bien, se querían sin conocerse, como si eso fuese normal, quererse solamente por ser personas que se acercaban. En ese lugar se cantaba, se bailaba, no es que dejaban de hacer lo que hacían todos los días, es que lo disfrutaban, como si...