La ciudad de los tres soles

 

"En una ciudad muy chiquita, una mañana, en el cielo aparecieron tres soles en vez de uno.

Un sol era dorado, otro era rojo y otro era negro.

Algunas personas de la ciudad se pusieron muy felices, brindaron y bailaron y rieron. Otras en cambio no dijeron nada, pero lloraron en silencio, como si hubieran perdido a un ser querido, o como si el alma existiera y les doliera un montón. Otra gente decidió enojarse, como se enojaban todos los días, con las personas que tenían cerca, con los parientes lejanos, y también, como si realmente existiera algo tan ridículo, se enojaron con Dios.

El tiempo pasó y la ciudad se dividió en tres. En una parte de la ciudad el día era lindo y luminoso todo el tiempo, brotaban hojas y flores y la gente la pasaba bien, se querían sin conocerse, como si eso fuese normal, quererse solamente por ser personas que se acercaban. En ese lugar se cantaba, se bailaba, no es que dejaban de hacer lo que hacían todos los días, es que lo disfrutaban, como si una rutina no fuese una condena de veinticuatro horas.

En otra zona no paraba de llover, la gente odiaba su vida, odiaba su existencia, y se enojaba por todo lo que tenían que hacer. Cada persona que se les acercaba era une enemigue, toda persona que se les acercaba les lastimaba, acercarse a otre ardía como una quemadura, todo lastimaba, todo era tortuoso y desalentador, esa zona era una zona donde todas las personas estaban en pie de guerra, listas para matar, para morir, sin sentido y de pura rabia.

Y en la tercera zona todo se ennegreció, nevaba nieve negra y un viento oscuro cubría las casas. Los árboles se secaron y murieron y aparecieron unos troncos secos y oscuros, como si la miseria más miserable de la vida se mostrara al mundo de la forma más explícita, nadie hablaba con nadie en esa zona, todas las personas se quedaban en sus casas, y sus casas estaban en silencio. Apenas a veces se levantaban, quienes habitaban las casas, para comer algo, y no se preocupaban porque el resto de sus habitantes se alimentasen también, cada casa sufría el peor abandono, por dentro y por fuera. La tristeza había embriagado a ese lugar, la gente miraba series todo el día en internet, o televisión hasta que se hacía de noche.

Teníamos entonces el país de la alegría, el país de la furia, y el país de la tristeza.

Si te accidentabas ojalá no te tocara ir a un hospital de esa zona. Si ibas al país de la alegría estabas salvade, seguramente todo iba a estar bien, por lo menos ibas a estar alegre. Si te tocaba el país de la furia te iban a tratar mal, la internación sería un suplicio, nunca te ibas a sentir protegide o en calma, aunque quizás, te curaban. Pero si ibas al país de la tristeza nadie te iba a atender, destratade y sole por las calles ibas a tener que juntar fuerzas para poder sobrevivir, porque en ese lugar nadie quería ni se quería, y todes eran parias en sus casas.

Por suerte un día amaneció la ciudad con un solo sol, como siempre había sido, y las personas pasaban de ser buenas a malas en un segundo, de estar enojadas a calmas y de reír a llorar, sin sentido y sin razón.

Ya no estaban condenadas a ser lo mismo, todos los días, a toda hora, y por siempre".

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