El gran biógrafo

 Ignacio había decidido ser un gran biógrafo. Dedicaría su vida a investigar a grandes personajes de la historia. Sus biografías serían tan exhaustivas y profundas que se las recordarían incluso más que les personajes históricos que narrara.

Su nombre, Ignacio Reyes, sería recordado y estudiado por grandes biógrafos en el futuro.

Desgraciadamente, Ignacio escribió solamente dos biografías. La segunda quedó inconclusa.

La primera fue la historia de una joven Austríaca que había sido dieciocho veces número uno en el mundo de tenis femenino. Luego, aburrida de ganar, había escalado el Monte Everest, seis veces, en seis meses. Lo escaló una vez por mes. Aburrida de esa proeza decidió estudiar medicina y se convirtió en investigadora. Hanna, así se llamaba, realizó investigaciones con células madre que revolucionaron la lucha contra enfermedades autoinmunes.

Pero a Ignacio no le llamó mucho la atención ninguna de esas proezas. Quería hacer una biografía original. Decía Ignacio que lo esencial de Hanna no estaba en sus logros sino en otra cosa. Hanna toda su vida, en momentos libres, desde su niñez, había adquirido la costumbre de tejer. Tejidos de punto, tejidos de calada. Le encantaba tejer a Hanna y por alguna razón Ignacio dicidió que ésa era la característica más importante de ella.

Así que el libro fue una serie de fotos de tejidos. Los cinco primeros realizados por la misma Hanna, pero los siguientes ciento catorce retratos de tejidos no fueron trabajos de Hanna sino de Ignacio, porque los consideró de mejor calidad. El libro no tenía textos y la última fotografía era una selfie de Ignacio en la silla donde Hanna solía tejer.

La crítica no supo cómo clasificar la biografía publicada por Ignacio y el libro pasó al olvido.

Triste por el rechazo general, pero no desanimado, Ignacio Reyes trabajó en la investigación de su segunda biografía. Que era sobre una gran luchadora de principios del siglo veinte. Clara se llamaba esa mujer. Había muerto trágicamente por asesinos contratados por el jefe de la fábrica en la que ella trabajaba, luego de recibir innumerables amenazas. Clara exigía más y mejores derechos laborales para ella y sus compañeras y eso los patrones de las fábricas, que eran seres horribles, no lo podían aceptar.

Esta joven luchadora, con ideas que luego tomarían las mujeres de generaciones posteriores. Ideas que ayudarían a que las mujeres tuviesen un poquito más de derechos en este mundo desigual.

Pero tampoco ese aspecto le interesaba de Clara a Ignacio Reyes. Sino, el fanatismo que la joven tenía por el juego de la bolita. De niña, era una gran coleccionista de bolitas de vidrio y parece, también, que era una gran jugadora.

Ignacio recorrió todas las ciudades de la infancia de Clara y dedicó más de diez años de su vida como escritor a fotografiar la colección de bolitas de vidrio de Clara y analizar las reglas del juego.

Releyendo el diario íntimo de la hermana de Clara por centésima vez, concluyó Agustín que Clara había perdido en el campito del fondo de la casa familiar un bolón que nuestra heroína quería mucho y con el que había ganado innumerables partidos de bolila.

Una noche de sábado, luego de saber que la familia que vivía actualmente en la casa, que había habitado Clara en su infancia, estaba de viaje, Ignacio entró sin permiso al campito del fondo, que increíblemente, estaba bastante igual al que Clara había conocido. Ignacio estuvo poco tiempo revisando unos canteros, creía él, que sus investigaciones le habían servido para poder conocer el lugar exacto donde debía estar el bolón. Pero el inesperado ataque del perro que cuidaba la casa cortó su trabajo para siempre.

Cuando volvió la familia del viaje encontró a Ignacio muerto. Su cuerpo estaba hecho una piltrafa, pero en sus manos, que estaban cerradas, Ignacio Reyes, tenía la bolita, que tanto quería Ignacio, y que tanto quería Clara.

Comentarios

  1. Me mató la primera historia. No pude evitar imaginarme a Nacho sacándose una selfie y al libro lleno de fotos de sus tejidos 😂. Me pregunto cómo se lo habrá tomado Hanna.

    Estuvo interesante jaja, me gustó.
    Un saludo!

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  2. Buenísimo Diego!!! Cómo siempre... grande!!! Abrazo!!!!

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